¿Que tienen en común la vigilancia del tráfico en las grandes ciudades, la venta de libros a través de Internet, las redes sociales y la prevención del fraude en tarjetas de crédito? Todos procesan, analizan e interpretan un volumen gigantesco de datos para trazar las tendencias, identificar patrones y predecir comportamientos. Se trata de Big Data, un área vinculada a la tecnología de la información que ha ido creciendo en los últimos años.
Pensemos por un momento en nuestro día a día cotidiano: enviamos cientos o miles de mensajes a través de un teléfono inteligente, pasamos horas frente a un monitor navegando por internet… En resumen, diariamente y a cada momento nos convertimos en un engranaje más de la gran sociedad interconectada que somos.
Esta actividad tiene a su vez consecuencias, y una de ellas es la generación de datos masivos. Cada usuario de Whatsapp genera datos, cada video que vemos en Youtube genera datos, todas las compras que hemos hecho alguna vez en Amazon generan datos. Obviamente, debido a la escalada de la era digital en nuestras vidas, ha surgido una especie de explosión de información que ha abrumado a todos los servicios de almacenamiento de datos. Para muestra un botón: los expertos aseguran que el 90% de toda la información que existe en la red se originó en los últimos dos años.
El mundo informático tuvo que adaptarse de manera rápida y eficiente a este aumento de actividad, y esto derivó en la creación de una infraestructura conocida como Big Data. El Big Data se refiere a los enormes “paquetes” de información que existen en la red, y a los soportes diseñados especialmente para poder almacenarlos. Ahora, más allá de almacenarlos, el mundo empresarial ha sabido aprovechar estos datos para conocer más y mejor a su pieza clave: los consumidores.
El Científico
Cuando consideramos esto, surge una dificultad obvia: ¿cómo saber qué datos son útiles y cuales son descartables? Este trabajo, similar a buscar una aguja en un inmenso pajar, corresponde al científico de data. Un científico de data se encarga de detectar patrones o características en ese mar de datos que puedan traducirse en información útil.
A una empresa, pongamos a Samsung como ejemplo, puede no importarle ese tweet donde te quejas de lo mal que dormiste, pero sí le importará lo que digas sobre ese smartphone que te acabas de comprar. Ahí entra el científico de data, intentando crear los mecanismos para seleccionar la información verdaderamente importante en la gran pecera del Big Data, sin tener que monitorear a cada usuario.
Los beneficios
El hecho de que cualquier dispositivo pueda generar datos, aumenta exponencialmente las maneras de aprovechar a los mismos. Si una empresa aprende a clasificar e interpretar la información, puede optimizar una gran cantidad de tareas. Algunos de los beneficios de Big Data son:
- Mejor producción y menos costos: Los datos que se recaban desde el ámbito interno de la empresa permiten entender cómo se está produciendo y qué aspectos pueden corregirse. Es muy sencillo, mientras más conozcamos lo que está sucediendo dentro de la compañía, mejor sabremos usar nuestros recursos.
- Gestión empresarial eficiente: el Big Data guarda información sobre experiencias de compra, opiniones de los consumidores, fallos internos, y mucho más. Si se logra contextualizar estos datos, la gerencia sabrá cómo explotar sus ventajas competitivas, y qué caminos pueden reportar el mayor beneficio. Más allá de las predicciones, se puede obtener información en tiempo real sobre posibles anomalías dentro de la compañía, y así definir procesos para corregirlas.
- Todo sobre el cliente: Este es sin duda uno de los principales atractivos del Big Data, decirnos hasta más de lo que queremos saber sobre nuestros consumidores. Si logramos hacer buen uso de los datos, no solo sabremos cómo vender de forma eficiente, sino que podremos vaticinar nuevas tendencias del mercado o motivar acciones de compra en la clientela. Se trata de saber cómo se comporta el mercado, para intuir hacia donde irá… O guiarlo a nuestra conveniencia.
¿Quién lo usa?
Al ser conceptos tan ligados a la tecnología, es fácil imaginar que los que más han sabido aprovechar esta revolución analítica son las compañías tecnológicas o generadores de contenido digital. Pues no, el Big Data ha sido fuente de soluciones para empresas de todas las ramas y en maneras muy diversas.
Uno de los casos más llamativos es el de Nike. El fabricante de indumentaria deportiva ha emprendido una andadura firme en el terreno tecnológico, con productos como relojes o zapatos que recaban y analizan datos del consumidor. Estos datos son empleados por el gigante deportivo para saber qué vender, a quién venderle, y cuándo venderlo. Todo enmarcado en un bonito par de zapatos.
Amazon es otra compañía que ha crecido exponencialmente gracias al Big Data. La tienda online estudia constantemente el comportamiento de sus visitantes, y en base a esto genera recomendaciones y ofertas especiales, diseñadas milimétricamente para cada consumidor. Como si se tratara de un gurú, Amazon analiza lo que compras y te dice qué comprar a continuación.
En el campo de las telecomunicaciones, AT&T ha sabido emplear el Big Data para mejorar su servicio. La empresa actualmente recopila información detallada de todos sus call centers, lo que podría resultar tremendamente engorroso y poco provechoso, pero gracias a la infraestructura para Big Data puede simplificar la información y beneficiarse de la misma. Así AT&T logra saber de primera mano, gracias a sus clientes, dónde está fallando y cómo puede corregir estos fallos.
Starbucks también ha dejado que el Big Data moldee su forma de manejar el negocio. Algo característico de esta franquicia es la proliferación de sus tiendas: en cada esquina parece haber un nuevo Starbucks… ¿casualidad? No, Big Data. La empresa analiza las necesidades y preferencias del mercado, y en base a estas define dónde (y dónde no) abrir una nueva sucursal.
La privacidad
El Big Data tiene el potencial de representar beneficios enormes para cualquier empresa, pero se debe trazar una línea al tratarse de información de terceros. No podemos violentar la privacidad de los clientes solo para vender más. Es por esto que lo ideal es generar la confianza necesaria para que los datos vengan a nosotros, sin tener que recurrir a caminos más espinosos para obtener información que, de todas formas, no quieren que tengamos.